Treinta años de Ecología Austral: ¿Cuál es el nicho de un 'journal' latino?/Thirty years of Ecología Austral: What is the niche of a Latin journal?

2021-11-09

La ciencia es uno de los rubros del quehacer humano de más temprana globalidad en la historia. Las ciencias naturales, en particular, han sido compañeras inseparables de la aventura colonial de occidente (Yuval Harari, entre otros autores populares, discute en profundidad esta cuestión). Ese movimiento colonial fue crucial en el despegue de lo que hoy llamamos globalización, y ya pasaron varios siglos en los que las pujas y los debates sobre centro y periferia, o nacionalismo e internacionalismo, hicieron pendular todos los órdenes de la vida en Latinoamérica. La ciencia no escapó a esos vaivenes. Hoy, las preguntas acerca de dónde está el centro de la ciencia y dónde debe estar el centro de nuestra ciencia en el continente cambia de respuestas. Hace tres décadas, la mayoría de los colegas de nuestras disciplinas señalábamos sin dudar al norte global (Europa occidental y Norteamérica). Actualmente, encontramos que hay más dudas al respecto, y los números que siguen abajo nos dejan pensando.

Si tomamos los apellidos anglo, hispano, chino y americano más comunes (Smith, García, Zhang y Quispe, respectivamente), encontramos que los autores así apellidados tenían en la base Scopus una proporción de publicación como primeros autores de 100:20:45:0 en 1989-91. Esa proporción en 2017-2019 fue 100:180:1500:2. Una proporción mucha más cercana a la reciente de la población global con esos apellidos, que fue 100:370:2900:50. Cada quién sacará cuentas y conclusiones distintas sobre estos números, que seguramente están sujetos a la influencia de migraciones y matrimonios, entre otros factores de mezcla. Pero está claro que la composición de quienes publicamos hoy cambia increíblemente rápido y se acerca a la “estequiometria” de la humanidad. Sin embargo, la composición de los equipos que revisan y editan artículos muestra un retraso. Mucho más grande es ese retraso si miramos la “bandera” de las asociaciones y empresas editoriales encargadas de publicar las revistas. Ecología Austral achica ese retraso para esta parte del mundo.

En el período que analizamos recién, nuestra revista mantuvo 30 años de actividad sin interrupción y pasó de publicar 10 a 50 artículos por año, en promedio. En ese tiempo también luchó por aparecer en la “foto global” de journals científicos, Ecología Austral hizo un gran esfuerzo por ingresar a bases de indexación globales. Hoy nuestra revista tiene su lugar en varias de ellas y ostenta un —preciado por muchos— índice Q2 de impacto, según SciMago. Costó llegar ahí, y ese lugar se ganó, sobre todo, por la producción de trabajos de colegas nacionales y regionales que fueron citados, también, por colegas nacionales y regionales. Una comunidad que posiblemente intensificó sus interacciones internas en estas décadas y que debe mucho al trabajo generoso de un colectivo de revisores y editores que le encuentra sentido al trabajo altruista para una revista de raíz local. Es difícil de creer que nuestra revista sostiene ese lugar con un presupuesto anual que equivale al costo de someter a publicación (no el de publicar, valga la aclaración) tan sólo dos artículos en Scientific Reports.

¿Que nicho encontrará Ecología Austral en este mundo que cambia sus polos demográficos, económicos, políticos y culturales? Al día de hoy, el equipo editorial no tiene una respuesta única al respecto, pero todos somos testigos de que ese nicho se va definiendo al andar y que —además de barreras, dificultades y carencias— tenemos un gran poder.

ENGLISH

Science is one of the areas of human endeavor with the earliest globalization in History. The Natural Sciences, in particular, have been inseparable companions of the Western colonial adventure (Yuval Harari, among other popular authors, discusses this issue in depth). That colonial movement was crucial in the takeoff of what we now call globalization, and several centuries have already passed in which the struggles and debates about center and periphery, or nationalism and internationalism, made all orders of life in Latin America swing back and forth. Science did not escape these ups and downs. Today, the questions about where is the center of science and where should be the center of our science in the continent receives changing answers. Three decades ago, most colleagues in our disciplines pointed without hesitation to the global north (Western Europe and North America). Today, we find that there is more doubt about this, and the numbers below leave us wondering.


If we take the most common Anglo, Hispanic, Chinese, and American surnames (Smith, Garcia, Zhang, and Quispe, respectively), we find that authors so surnamed had in the Scopus base a publication ratio as first authors of 100:20:45:0 in 1989-91. That ratio in 2017-2019 was 100:180:1500:2. A ratio much closer to the recent ratio of the global population with those surnames, which is 100:370:2900:50. Everyone will draw different conclusions about these numbers, which are surely subject to the influence of migrations and marriages, among other convergent factors. But it is clear that the composition of those of us who publish today is changing incredibly fast and is approaching the "stoichiometry" of humanity. However, the composition of the teams that review and edit articles shows a lag. This delay is much greater if we look at the "flag" of the associations and publishing companies in charge of most journals. Ecología Austral reduces this delay in this part of the world.

In the period we have just analyzed, our journal maintained 30 years of uninterrupted activity and went from publishing 10 to 50 articles per year, on average. During that time we also struggled to appear in the "global picture" of scientific journals, Ecología Austral made a great effort to enter global indexing bases. Today our journal has its place in several of them and holds a -appreciated by many- Q2 impact index, according to SciMago. It was hard to get there, and that place was earned, above all, by the production of articles of national and regional colleagues who were also cited by national and regional colleagues. A community that possibly intensified its internal interactions in these decades and that owes much to the generous work of a collective of reviewers and editors who find meaning in altruistic work for a journal with local roots. It is hard to believe that our journal sustains this niche with an annual budget that is equivalent to the cost of submitting for publication (not publishing, it should be noted) only two articles in Scientific Reports.

What niche will Ecología Austral find in this world that is changing its demographic, economic, political and cultural poles? To date, the editorial team does not have a single answer to this question, but we are all witnesses that this niche is being defined as we go along and that -besides barriers, difficulties and shortcomings- we have a great power.

*=Ecología Austral Editorial Team